sábado, 1 de agosto de 2015

Que lindo que es llegar a vieja!!!






Sí, que lindo que es!!!, soy realista y sé que el tiempo que me queda de vida es apenas una pequeña porción del ya vivido, aun así,  no quiero volver atrás ni siquiera un segundo.
Mi vida no a sido fácil, de todo lo bueno y lo malo  que me toco vivir he aprendido tanto que si volviera atrás  perdería retazos de esa sabiduría que solo se aprende aventurándose a descubrir hasta donde somos capaces de llegar.
 Me atreví a subir la escarpada montaña de la existencia  sin saber si al llegar a la cima iba a ver un maravilloso paisaje o un tenebroso desierto sin ningún oasis a la vista,
Resultó que no encontré ni una cosa ni la otra, lo que halle fue un lugar donde podría insertarme y luchar por mejorar mi futuro y así lo hice junto a mi esposo con el cual hace cuarenta y cinco años
que llevo casada.
Hoy ya en el cenit, el ocaso, la recta final o como quieran llamarle de la vida y mirando el recorrido que elegí tomar en mis años de juventud, les digo, valió la pena mover piedras, vadear ríos, hacerle frente a las tormentas con obstinación sin dejarme vencer en el intento.
No solo encontré obstáculos, también encontré la generosidad de personas desconocidas que me tendieron una mano, hermosos remansos y puentes que me permitieron correr y recuperar el tiempo que había perdido antes y así  llegar un poquito mas rápido hacia mis objetivos.
Ahora vivo en paz, orgullosa del "pedacito de cielo" que tengo en la tierra, orgullosa de haberlo logrado con sacrificio, orgullosa de vivir dignamente en un ranchito que es mio, pequeño y cálido, pero mi mayor orgullo es mi familia, la que con mucho, mucho amor y buenos ejemplos logramos construir.
Con todos estos ingredientes creo haber encontrado la receta perfecta para llegar a tener una vejez feliz.

Virginia Pollero


viernes, 31 de julio de 2015

PARA REFLEXIONAR


En la fila del supermercado, el cajero le dice a una señora mayor que debería traer su propia bolsa, ya que las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente.
La señora pide disculpas y explica: “Es que no había esta moda verde en mis tiempos.”
El empleado le contestó: “Ese es ahora nuestro problema. Su generación no puso suficiente cuidado en conservar el medio ambiente.”
Tiene razón: nuestra generación no tenía esa moda verde en esos tiempos:
En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosa y las de cerveza se devolvían a la tienda.
La tienda las enviaba de nuevo a la fábrica para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.
Pero lleva razón, no teníamos esta moda verde en nuestros tiempos.
Subíamos las escaleras, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio ni oficina. Íbamos andando a las tiendas en lugar de ir en coches de 300 caballos de potencia cada vez que necesitábamos recorrer 200 metros.
Pero tiene Vd. toda la razón. No teníamos la moda verde en nuestros días.
Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no los había desechables. Secábamos la ropa en tendederos, no en secadoras que funcionan con 220 voltios. La energía solar y la eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos.
Pero está en lo cierto: no teníamos una moda verde en nuestros días.
Entonces teníamos una televisión, o radio, en casa, no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo, no una pantallota del tamaño de un estadio de futbol. En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hiciesen por nosotros. Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no cartones preformados o bolitas de plástico. En esos tiempos no arrancábamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el césped; usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre cintas mecánicas que funcionan con electricidad.
Pero claro que está Vd. en lo cierto: no había en esos tiempos una moda verde.
Bebíamos del grifo cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas de plástico cada vez que teníamos que tomar agua. Recargábamos las estilográficas con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las cuchillas de afeitar en vez de tirar a la basura toda la maquina afeitadora sólo porque la hoja perdió su filo.
Pero,eso sí, no teníamos una moda verde por entonces.
En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o el autobús y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o andando, en lugar de usar a su mamá como taxista las 24 horas. Teníamos un enchufe en cada habitación, no un regleta de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales desde satélites situados a miles de kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima.
Así que me parece lógico que la actual generación se queje continuamente de lo irresponsables que éramos los ahora viejos por no tener esta maravillosa moda verde en nuestros tiempos.
Sinceramente una historia que da para pensar...
Normalmente se le echa la culpa a nuestras anteriores
generaciones del daño ambiental que hay ahora,
pero después de leer esto, ¿aún lo crees?

jueves, 30 de julio de 2015

La señora del super.



Un hombre estaba haciendo la compra en el supermercado, cuando notó que una viejecita le seguía por todos los sitios. Si él paraba, ella paraba, además de quedársele mirando.
Por fin, camino de la Caja, ella se atrevió a hablarle y volviéndose le dijo;
-Espero no haberle incomodado; es sólo que usted se parece mucho a mi hijo que falleció recientemente.
El joven con un nudo en la garganta, le dijo que estaba bien, que no había problema.
-Sé que lo que le voy a pedir es algo poco común, pero si usted me dijera ‘Adiós mamá’ cuando me vaya del supermercado, me haría tan feliz…

El joven sabiendo que era un gesto que llenaría el corazón y el espíritu de la viejecita, accedió.
Entonces, mientras la viejita pasaba por la caja registradora se volvió y sonriendo, con la mano le dijo:
-¡ADIÓS HIJO!
Y él lleno de amor y ternura le respondió efusivamente:
-¡ADIÓS MAMÁ!

El hombre, satisfecho por haberle dado un poco de alegría a la viejecita, fue a pagar su compra.
-Son 423,85 euros- le dijo la cajera.
-¿Por qué tanto? si sólo llevo cinco cosas.

Entonces la cajera dijo:
-Si, pero su MAMÁ indicó que usted pagaría sus cosas también.

miércoles, 29 de julio de 2015

El campesino.


Un campesino cansado de la rutina del campo y de tanto trabajo duro, decidió vender su finca. Como sabía que su vecino era un destacado poeta, decidió pedirle el favor que le hiciera el aviso de venta. El poeta accedió gustosamente.
El aviso decía:
"Vendo un pedacito de cielo, adornado con bellas flores y verdes árboles, hermosos prados y un cristalino río con el agua más pura que jamás hayan visto".
El poeta tuvo que marcharse por un tiempo, pero a su regreso decidió visitar a sus nuevos vecinos, pensando que aquél hombre del aviso se había mudado. Su sorpresa fue mayor al ver al campesino trabajando en sus faenas.
El poeta preguntó: ¡Amigo! ¿No se iba de la finca?
El campesino con una sonrisa le respondió: -
No mi querido vecino, después de leer el aviso que usted me hizo, comprendí que tenía el lugar más maravilloso de la tierra y que no existe otro mejor...
Moraleja: No esperes a que venga un poeta para hacerte un aviso que diga lo maravillosa que es tu vida, tu hogar, tu familia y lo que con tanto trabajo hoy posees.
Dale gracias a la vida por tu salud , esperanza y el poder seguir luchando para alcanzar tus metas...
Se feliz con lo que posees!!!

Yo tengo mi pedacito de cielo y tú?
Anónimo

martes, 28 de julio de 2015

Que merezca la pena!!!.


"Espero que te caigas.
Que te caigas mil veces y te levantes siempre una más.
Que te partas todos y cada uno de los huesos de tu cuerpo derrapando en este deporte de riesgo que llamamos vida. Y que merezca la pena. Espero que lo hagas y que quede claro que somos piedras que se pulen a golpes bajo la atenta mirada de quienes creen que en una de estas se romperán. Pero no se rompen. Espero que nada consiga partirte en dos.
Espero que te enamores. Y que duela. Que te enamores de esa clase de personas de las que te hacen perder el vértigo a cambio de las vistas. Espero que le preguntes a las noches donde está y que no te sepan responder. Que no puedas dormir. Que salgas a buscarlo/a. Que la encuentres. Que merezca la pena.
Espero que se te cierren las puertas. Todas y cada una de las
que un día estuvieron abiertas en forma de probabilidad. Que tengas que elegir. Que encuentres la manera de abrir las ventanas y comprendas que la luz que entra en nuestras vidas no es sino aquella que nosotros dejamos que entre. Que vivir en la oscuridad nunca ciega, pero tampoco deja ver.
Espero que sigas yendo a ese bar. Que siempre tengas algo que contar. Que tengas algo por lo que brindar y que no te falte quien te recuerde que los que se han ido ya no están pero que los que se quedan, se quedan por algo. Espero que siempre tengas a alguien que te diga la verdad. Aunque duela.
Espero que te rompan el corazón. En trozos muy pequeños. Tan pequeños que ni siquiera parezcan trozos. Tan pequeños que se confundan con el polvo. Espero que te agaches. Que los recojas. Que los vuelvas a encajar en lugares que jamás imaginaste que existirían dentro de ti. Espero que te sacudas las telarañas y los tengas donde hay que tenerlos para volver a hacer eso que todos necesitamos hacer tarde o temprano, confiar.
Espero que vivas.
Que sobrevivas. Y que merezca la pena."
Fragmento del blog de Gatsby

lunes, 27 de julio de 2015

EL MISTERIO DEL ELEFANTE



Cuando era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran sus animales. 

También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. 
Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... 
pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. 

Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. 

El misterio es evidente: 
¿Qué lo mantiene entonces?. 
¿Por qué no huye? 

Cuando tenia cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. 
Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. 
Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. 
Hice entonces la pregunta obvia: 

-Si está amaestrado... ¿Por qué lo encadenan?. 

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. 

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. 
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: 

"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño". 

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. 
Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. 
La estaca era ciertamente muy fuerte para él. 
Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía... 
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. 
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que se siente poco después de nacer. 
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... Jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez... 
Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: 
Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. 

domingo, 26 de julio de 2015

ACTO DE SOBERBIA



Un día el viejo león se despertó y conforme se desperezaba se dijo que no recordaba haberse sentido tan bien en su vida. 

El león se sentía tan lleno de vida, tan saludable y fuerte que pensó que no habría en el mundo nada que lo pudiese vencer. Con este sentimiento de grandeza, se encaminó hacia la selva, allí se encontró con una víbora a la que paró para preguntarle. 
"Dime, víbora, quien es el rey de la selva? le preguntó el leon. 

Tu, por supuesto le respondió la víbora, alejándose del leon a toda marcha. 
El siguiente animal que se encontró fue un cocodrilo, que estaba adormecido cerca de una charca. 

El león se acercó y le preguntó Cocodrilo, dime ¿quien es el rey de la selva? 
¿Por qué me lo preguntas? le dijo el cocodrilo, si sabes que eres tu el rey de la selva 
Así continuó toda la mañana, a cuanto animal le preguntaba todos le respondían que el rey de la selva era el. 

Pero, hete ahí que de pronto, le salió al paso un elefante. 
Dime elefante, le preguntó el león ensoberbecido ¿sabes quién es el rey de la selva? 

Por toda respuesta, el elefante enroscó al león con su trompa levantándolo cual si fuera una pelota, lo tiraba al aire y lo volvía a recoger...hasta que lo arrojó al suelo poniendo sobre el magullado y dolorido león su inmensa pata. 

Muy bien, basta ya, lo entiendo atinó a farfullar el dolorido león, pero no hay necesidad de que te enfurezcas tanto, porque no sepas la respuesta.