sábado, 25 de abril de 2015

El dia que me volví invisible.


No sé ni en qué día estamos. 
En esta casa no hay calendarios, y en mi memoria los días están hechos una maraña. Me acuerdo de esos calendarios grandes, unos primores, ilustrados con imágenes de los santos que colgábamos al lado del tocador...
Ya no hay nada de eso, todas las cosas antiguas han ido desapareciendo.
Y yo, yo también me fui borrando sin que nadie se diera cuenta.
Primero me cambiaron de cuarto, pues la familia creció. Después me pasaron a otra más pequeña aún, acompañada de una de mis biznietas. Ahora ocupo el cuarto de los trabajos, el que está en el patio de atrás.
Prometieron cambiarle el vidrio roto de la ventana, pero se les olvidó, y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que aumenta mis dolores reumáticos.
Desde hace mucho tiempo tenía intenciones de escribir, pero me he pasado semanas buscando una pluma, y cuando al fin la encontraba, yo misma volvía a olvidar en dónde la había puesto.
A mis años, las cosas se pierden fácilmente, claro que es una enfermedad de ellas, de las cosas, porque yo estoy segura de tenerlas, pero siempre se desaparecen.

La otra tarde caí en la cuenta de que también mi voz ha desaparecido. Cuando les hablo a mis nietos o a mis hijos, no me contestan. Todos conversan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos, escuchando atenta lo que dicen.
A veces intervengo en la conversación, segura de que lo que voy a decirles no se le ha ocurrido a ninguno y que les van a servir de mucho mis consejos, pero no me oyen, no me miran, no me responden. Entonces, llena de tristeza, me retiro a mi cuarto antes de terminar de tomar la taza de café. Lo hago así de repente, para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta de que me han ofendido y vengan a buscarme y me pidan disculpas.
Pero nadie viene.
El otro día les dije que cuando muriera entonces sí que me iban a extrañar. El niño más pequeño dijo: “¿Ah... es que tú estás viva, abuela?”. Les cayó tan en gracia que no paraban de reír. Tres días estuve llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entró unos de los muchachos a sacar unas llantas viejas y ni los buenos días me dio.
Fue entonces cuando me convencí de que soy invisible.
Me paro en medio de la sala para ver si aunque sea estorbo, pero mi hija sigue barriendo sin tocarme. Los niños corren a mi alrededor, de un lado al otro, sin tropezar conmigo.
Cuando mi yerno se enfermó, tuve la oportunidad de serle útil: le llevé un té especial que yo misma preparé. Se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara. Sólo que estaba viendo la televisión y ni un parpadeo me indicó que se daba cuenta de mi presencia. El té, poco a poco se fue enfriando. Mi corazón también.
Un viernes se alborotaron los niños y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos de día de campo. Me puse muy contenta ¡Hacía tantos años que no salía, y menos al campo! Entonces el sábado fui la primera en levantarme. Quise arreglar mis cosas así que me tomé mi tiempo para no retrasarlos.
Al rato entraban y salían de la casa corriendo y echaban bolsas y juguetes al coche. Yo ya estaba lista y, muy alegre, me paré en el zaguán a esperarlos. Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en el bullicio, comprendí que yo no estaba invitada, tal vez porque no cabía en el coche o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a gusto por el bosque.
Sentí clarito cómo mi corazón se encogió. La barbilla me temblaba como cuando uno ya no aguanta las ganas de llorar.
Vivo con mi familia y cada día me hago más vieja, pero cosa curiosa, ya no cumplo años.
Nadie me lo recuerda. Todos están tan ocupados. Yo los entiendo, ellos sí hacen cosas importantes. Ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan, se besan. Yo ya no sé a qué saben los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que daba tenerlos en mis brazos como si fuesen míos. Sentía su piel tiernita y su respiración dulzona muy cerca de mí. La vida nueva se me metía como un soplo y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creía recordar...
Pero un día mi nieta, que acababa de tener a su bebé, dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños, por cuestiones de salud.
Ya no me les acerqué más, no fuera ser que les pasara algo malo a causa de mis imprudencias. ¡Tengo tanto miedo de contrariarlos!
Ojalá que el día de mañana, cuando ellos lleguen a viejos... Sigan teniendo esa unión entre ellos para que no sientan el frío ni los desaires.
Que tengan la suficiente inteligencia para aceptar que sus vidas ya no cuentan, como me lo piden.
Y Dios quiera que no se conviertan en "viejos sentimentales que todavía quieren llamar la atención".
Y que sus hijos no los hagan sentir como bultos para que el día de mañana no tengan que morirse estando muertos desde antes... como yo.
¡Vamos a cuidar a nuestros mayores!
Autor: Silvia Castillejos Peral

jueves, 23 de abril de 2015

Me llaman loca y me alegro.





Me llaman loca porque vivo de forma desordenada, a destiempo, a impulsos, a mi manera… Hay momentos que el entusiasmo me transporta a lo eterno y no cambio el calendario; y hago días con cien horas y hago horas de cien días… A veces abrazo tan sinceramente, tan fuerte, que marco mis tatuajes en la piel de un amigo. Otras en cambio, necesito esconderme y que una decisión decida por mí y que si hay fallo, sea un fallo sin culpa… Luego me regaño y maldigo mi cobardía y prometo cambiar… Y no cambio, no sé si quiero, si puedo… Voy oscilando por senderos de hipocresía en el mundo de los cuerdos… En ese mundo en el que se sobrevive con mentiras, se vive con culpas. Se disfraza lo real de lo correcto y se mira a otro lado más cómodo… Ése, en el que seleccionas lo que quieres ver y oír, en el menú. Y te vas sentando en la mesa de cada comensal y compartes vidas vacías con personas vacías. Y cuando ya te has saciado de nada, es cuando sin recato ni disimulo te ausentas, aunque te quedes… Y vuelas por lugares imaginarios, imposibles, pero bellos, necesarios…  Y te proyectas sola, y te molesta hasta tu propia compañía y te sientes poderosa. Y desde la lejanía de un autismo voluntario, sonríes con la seguridad del que sabe que sólo el loco está cuerdo… Me llaman loca y me alegro…

martes, 21 de abril de 2015

Karma

TÚ ERES ESA GENTE


Hay gente que con solo decir una palabra enciende la luz y los rosales, que con solo sonreír entre los ojos, nos invitan a viajar por otras zonas y nos hacen recorrer toda la magia.
Hay gente que con solo dar la mano rompe la soledad, pone la mesa, sirve el ponche, coloca guirnaldas. Hay gente que con solo empuñar una guitarra hace una sinfonía de entrecasa.
Hay gente que con solo abrir la boca, llega hasta los confines del alma, alimenta una flor, inventa sueños, hace cantar al vino en las tinajas y se queda después como si nada.
Y uno se va de novio con la Vida desterrando una muerte solitaria pues sabe que a la vuelta de la esquina hay gente, que es así...
... tan necesaria. 
"TÚ ERES DE ESA GENTE"
La amistad no se agradece, se siembra y se cultiva.
Te invito a que juntos, hagamos una buena cosecha.

lunes, 20 de abril de 2015

Post

Anoche me desvelé....




No sé que me despertó, un sueño o un ruido, el resultado fue que me puse a pensar sobre hechos recientes.
El domingo pasado murió un ex general de la dictadura cívico-militar, que fue denunciado por familiares de desaparecidos como responsable, de haber cometido delitos de lesa humanidad durante la gestión del Plan Cóndor.
Al otro día falleció Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo.
Sobre el militar hubo escasas menciones en los medios, pasó casi desapercibido y en las redes, se lo nombró para denigrarlo y reprochar su actuación, lamentando que no hubiera sido juzgado en vida.
Dos muertes casi simultáneas de ciudadanos uruguayos y que generaron reacciones tan diferentes.
Una que será apenas recordada como la de un victimario y otra, la de Galeano, víctima durante la dictadura, recibió condolencias de muchísimos ciudadanos, desde variados países, hasta vinieron artistas y personalidades de países vecinos para brindarle su póstumo homenaje.
Y en el silencio de la noche me pregunté, qué pueden haber sentido cada uno de ellos en el último instante de su vida, cuando se escapa la última exhalación… los dos habrán sentido paz? satisfacción con el rol que eligieron desempeñar? porque en ese momento intemporal, un segundo alcanza para revisar toda una vida, lo sé.
Y al cruzar el umbral, con quiénes se habrán encontrado, quiénes los habrán recibido… Los amigos que fallecieron antes, los parientes más viejos, sus víctimas,o nadie porque esta es la única vida que tenemos?
Cuando se terminan la apariencia, el poder, la gloria y las etiquetas, cuando quedamos desnudos ante el último espejo, cuando ya no nos podemos esconder detrás de algún pretexto, cuando somos tan transparentes que cualquiera podría leernos en profundidad…cómo nos encontraremos en ese momento?
Sin duda alguna, si me dan a elegir, preferiría ser Galeano, elegiría ser víctima y no victimario, preferiría tener una pluma o herramienta en la mano y no un arma, optaría por vivir fiel a mis principios, escogería defender al pueblo y no atacarlo, antepondría la moral a la obediencia debida, antepondría la solidaridad al egoísmo, amaría más y odiaría menos.
Héctor López

domingo, 19 de abril de 2015

Un susto...




Estaba visitando a mi cuñado en el hospital, lo habían operada por un desprendimiento de retina, por suerte todo había salido bien.
Estaba parada frente a su cama, me estaba contando todo acerca de su operación, también estaba mi esposo, hermana y dos sobrinos´.
Empece a sentir calor, tenía un saquito liviano puesto, me lo saque, pero me di cuenta que era mas que un calor por el clima, era algo diferente. Deje a mi esposo hablando con mi cuñado y le dije a mi hermana que iba a salir un segundo porque tenia calor, ella salio conmigo y me llevo a un lugar donde había algunas ventanas abiertas, me apoye en una barra, no me sentía bien, el calor que sentía era insoportable, transpiraba profusamente, sentí que me iba a desmayar así que me senté, para ese entonces ya estaba conmigo uno de mis sobrinos también.
Mientras mi hermana me hacia aire. mi sobrino me subía las piernas para que la sangre llegara al cerebro, pero nada daba resultado. En ese momento pensé, "bueno parece que hasta aquí llegue, Pocho (mi esposo) queda con Shirley y Natalia, (mi hija y nieta), son todos adultos responsables, no tengo de que preocuparme", me iba tranquila sabiendo que  fui la mejor persona que pude llegar a ser, vi venir a mi esposo hacia mi y me acuerdo haberle dicho, "no puedo respirar", sin mas, me desmayé.
Parece que no era mi turno de irme todavía, desperté rodeada de mi gente y cuatro enfermeras, fue solo un alerta de que debo cuidarme mas, comer mas sano, y no estar tan sedentaria.
Al final de haber estado quince horas en emergencias del sanatorio, cinco electrocardiogramas, cinco extracciones de sangre, una placa de tórax e infinitos controles de presión arterial la cardíologa saco en conclusión que lo que tuve fue un sincope vasovagal, debido a mi sobrepeso, mi inactividad física, y otros factores acumulados, no es nada grave ni deja consecuencias.
¡¡¡Me van a tener que aguantar un poco más ja ja ja.....!!!