sábado, 4 de abril de 2015

Se necesita un amigo.



Se necesita un amigo.
No es necesario que sea hombre,
basta que sea humano,
basta que tenga sentimientos,
basta que tenga corazón.

Se necesita que sepa hablar y callar,
sobre todo que sepa escuchar.

Tiene que gustar de la poesía,
de la madrugada, de los pájaros, del Sol,
de la Luna, del canto, de los vientos
y de las canciones de la brisa.

Debe tener amor, un gran amor por alguien,
o sentir entonces, la falta de no tener ese amor.
Debe amar al prójimo y respetar el dolor que
los peregrinos llevan consigo.
Debe guardar el secreto sin sacrificio.
Debe hablar siempre de frente y
no traicionar con mentiras o deslealtades.

No debe tener miedo de enfrentar nuestra mirada.
No es necesario que sea de primera mano,
ni es imprescindible que sea de segunda mano.
Puede haber sido engañado,
pues todos los amigos son engañados.
No es necesario que sea puro,
ni que sea totalmente impuro,
pero no debe ser vulgar.

Debe tener un ideal, y miedo de perderlo,
y en caso de no ser así,
debe sentir el gran vacío que esto deja.
Tiene que tener resonancias humanas,
su principal objetivo debe ser el del amigo.
Debe sentir pena por las personas tristes
y comprender el inmenso vacío de los solitarios.
Se busca un amigo para gustar
de los mismos gustos,
que se conmueva cuando es tratado de amigo.

Que sepa conversar de cosas simples,
de lloviznas y de grandes lluvias y
de los recuerdos de la infancia.
Se precisa un amigo para no enloquecer,
para contar lo que se vio de bello y
de triste durante el día, de los anhelos
y de las realizaciones, de los sueños y de la realidad.

Debe gustar de las calles desiertas,
de los charcos de agua y los caminos mojados,
del borde de la calle, del bosque después de la lluvia,
de acostarse en el pasto.
Se precisa un amigo que diga que vale la pena vivir,
no porque la vida es bella, sino porque estamos juntos.

Se necesita un amigo para dejar de llorar.
Para no vivir de cara al pasado,
en busca de memorias perdidas.
Que nos palmee los hombros,
sonriendo o llorando,
pero que nos llame amigo,
para tener la conciencia de que aún estamos vivos.


jueves, 2 de abril de 2015

Atrévete a ser libre.




No hagas esfuerzos por adaptarte al mundo cuando sientes que no encajas...
No te obligues a seguir un sistema que está considerado como "normal", cuando en realidad es un sistema basado en las estructuras antiguas (inconsciencia)...
Si sientes que es muy difícil vivir limitado por horarios, obligaciones, tareas que ocupan la mayor parte de tu día y no te aportan nada, es hora de empezar a plantearse un cambio...
Este cambio ya se ha dado en tu interior, pero aún sigues aferrado a los viejos hábitos y esto te provoca resistencia y resignación...
Solo te sientes libre y feliz cuando realmente no estás atado a nada ni a nadie... sientes que únicamente gozas de la vida cuando haces realmente aquellas cosas que amas y salen de tu corazón............
Esto es el salto cuántico, el despertar de la consciencia... es duro y doloroso... ya que la sociedad mayoritariamente aún sigue los viejos patrones... y hay que alimentar el cuerpo... pero tu corazón te pide libertad!
Permítete soltar todo eso... sin miedo... con consciencia... deja fluir y ten completa confianza en tu Ser Superior... Ahora ya no hay vuelta atrás, hay que seguir adelante... con más libertad, con más sencillez, soltando cargas y mochilas que te han oprimido y esclavizado durante tantos años...
Sé libre!! ... Ten el valor y coraje de desapegarte de tus posesiones, cuando lo que realmente necesitas es vivir plenamente feliz, sin ataduras, sin obligaciones, sin hábitos... simplemente siendo en el momento presente...
Una vida más sencilla, un contacto más directo con la naturaleza... Vende todos tus bienes si hace falta... siempre con consciencia... porque no hay nada más importante que tu libertad y felicidad... y únicamente podrás ser libre y feliz cuando seas realmente tú mismo... el Ser divino y maravilloso que aflora desde tu corazón para manifestarse en el mundo exterior.
No es fácil... pídele a tu Ser Superior que te guíe, que te muestre el camino para poder realizar el cambio en tu vida exterior.
Y recuerda algo muy importante: "Aléjate de todo y de todos aquellos que no te dejan sentirte  libre"...
fuente: Camino al Despertar

miércoles, 1 de abril de 2015

Un mimo para el alma.



ESTA es una HISTORIA REAL......sucedió en Montevideo, URUGUAY....Es un mensaje de vida tan bonito y emotivo que al leerlo, me encantó y decidí compartirlo con todos.....
Es un ejemplo de humildad y bondad!
(ACLARO: esta foto es solo ilustrativa)
"Retornando en el 328 de hacer un mandado se sube un niño de no mas de catorce años con uniforme liceal y sus dos hermanos de 4 y 5 años vistiendo ellos sus jardineritos..... Al tomar asiento en el ómnibus su hermanita le pide para jugar a lo que el responde; "No puedo ahora Anto, necesito leer esto y estudiarlo ahora porque cuando lleguemos a casa tengo que ayudar a mamá a romper los cartones para ir a vender.....", en ese mismo momento el ómnibus empezó a ir a paso de tortuga.
Al cabo de unos minutos una mujer se acercó al chófer para reclamar el que fuera tan despacio, a lo que el chófer respondió; "No voy lento porque quiera, le estoy dando tiempo al muchacho para que lea tranquilo y estudie lo que tiene que estudiar...." de repente todo el pasaje comenzó a aplaudir. Sobran las palabras para describir lo que sentí en ese momento, solo pensé que era digno de ser escrito para que vean que a veces solo a veces nos quejamos de lleno y creemos que todo es tan difícil cuando lo podemos simplificar y hacerlo tan simple..... Orgullo fue lo que sentí,
simplemente orgullo de un niño que no era nada mío."
Lorena Echenique~~

Un baño de bondad.




—¡Qué ocurrencia venir a la India en una moto amarilla!—me dijo un hombre de baja estatura mientras yo caminaba junto al Ganges. Cerca de allí había una hoguera en la que ardía el cuerpo de un recién fallecido. Leyó bien: estaban quemando un cadáver al aire libre para después echar sus cenizas al río sagrado. Los hindúes creen que si uno muere y es arrojado al Ganges, no tiene que reencarnar: un anhelo de todos los adeptos al hinduismo, me dijeron.
Era la más reciente muestra de rechazo de las muchas que había sufrido ese día de camino al famoso río. Había ido a la India como parte de un proyecto de dar la vuelta al mundo ayudado por la generosidad ajena. Unos meses antes había dejado la comodidad de mi hogar en Los Ángeles, California, y ahora manejaba una moto amarillavintage (a menudo averiada) en otro continente, sin comida, dinero, ni alojamiento. Me había fijado la regla de aceptar todo ofrecimiento de comida y hospedaje, mas no de dinero. No pretendía viajar gratis, sino compartiendo gastos y beneficios. De hecho, pensaba que al volver a casa daría dinero a algunas de las personas que hubiera conocido para ayudarlas. Quería, en suma, reconectarme con el mundo y ayudar a otros a hacer lo mismo.
A esas alturas ya había recorrido el trayecto hasta Nueva York y cruzado el Atlántico en un buque carguero para reanudar el viaje en moto. Algunos días y semanas eran mucho más duros que otros, cuando parecía que nadie quería darme una mano. Me senté a la orilla del Ganges, tan exhausto que no hacía más que mirar el agua, el humo, el lugar extraño donde me encontraba. Un hombre mayor pasó a mi lado, se detuvo y me preguntó qué hacía. No sabía qué responderle. Estaba cansado de pedir ayuda y recibir solo negativas.
—No lo sé —dije al fin.
—Un día usted también terminará así —señaló, refiriéndose a las piras funerarias que ardían a nuestro alrededor—. Viva en el momento y no pierda este tiempo.
Se alejó sin más, pero sus palabras calaron en mí. Aquellos pequeños instantes —como contemplar la puesta del sol en una granja de Nebraska o tomar el té con un nuevo amigo en Turquía— eran imperecederos.
De pronto, la India dejó de ser un purgatorio sobrepoblado y se volvió un mundo de detalles, de historias sin fin, de magia en medio del caos. Mi tarea era quedarme en el momento. Seguí andando junto al Ganges, y al poco rato conocí a Dilip, un joven barquero que ofreció llevarme a dar un baño en el río. Era bajito y delgado, pero tenía los brazos musculosos a fuerza de trabajo arduo.
En la mitología griega, Caronte es el barquero que conduce las almas de los muertos por el río Estigia hasta el Hades, el inframundo. Al subir a la barca de Dilip en el turbio Ganges para nadar en él, esperaba no acabar pronto en el mundo de los muertos. Porque sumergirse en el Ganges no es como hacerlo en las aguas azules del lago de Como. Aunque es uno de los ríos más sagrados del mundo, también se cuenta entre los más sucios. Yo había visto flotar en la corriente animales muertos: un perro, dos vacas y otros imposibles de identificar.
Dicen que bañarte en el Ganges te purifica de todo dolor y sufrimiento, pero mientras surcábamos esas aguas lóbregas le pregunté a Dilip:
—¿Nadaste alguna vez aquí?
—Sí —contestó, obviamente ajeno a mi intranquilidad—. Muchos lo hacen, y yo no soy la excepción.

Luego supe que Dilip pertenecía a una de las castas inferiores de la India. Aunque no era un paria, ocupaba un sitio lo bastante bajo para que, en su mundo, el oficio de barquero equivaliera casi al de rey.

Dilip detuvo por fin la barca en la orilla. Era hora de conseguir la purificación, sin contraer, esperaba yo, una tifoidea mortal.
—¿Seguro que es prudente hacer esto? —le pregunté con inquietud mientras nos desvestíamos hasta quedar en calzoncillos.
—Sí —dijo él—. Nadar en el Ganges purificará tu karma. —Me tendió un enorme paño rojo para que me lo ciñera a la cintura y miró el río—. Éste es Dios. Al percibir las vibraciones, no dejes de pensar ni de cambiar.

Luego de decir juntos una oración, metí los pies en el agua fría, lleno de aprensión. Adelantándose con un movimiento rápido, Dilip se sumergió y se tiró agua en la cara. Avanzando otro poco, le pregunté:
—¿Hacés esto a diario?
Él asintió.
—¿Y no te enfermás?
Negó con la cabeza, y yo insistí:
—¿Bebés el agua?
—Sí —repuso, y tomó un trago.

Cerca de allí se celebraba una boda en otra embarcación. El sol empezaba a bajar, y Dilip fue a una parte más honda. Miré a mi alrededor, y por un instante sentí que no estaba en la Tierra, sino en las antiguas leyendas de los dioses griegos que había leído en la escuela. Pensé en todos los héroes que habían cruzado el río en la barca de Caronte: Hércules, Orfeo, Dioniso y, desde luego, Odiseo. Todos volvieron renovados al mundo de los vivos, y más sabios para el viaje. Si ellos pudieron, ¿por qué yo no?

Mientras nos bañábamos en el río le dije a Dilip:
—Comencé mi viaje en el letrero de Hollywood de Los Ángeles —una meca del capitalismo—, y heme aquí en el Ganges, el lugar más sagrado para los hindúes, con vos, a quien acabo de conocer.
—Sí —contestó él sonriendo—, porque la vida nos devuelve todas las cosas buenas que hacemos.

Me tomó de la mano y pronunció una bendición en hindi haciéndome repetir cada frase. Proveníamos de distintas partes del mundo, y estábamos juntos en el Ganges purificando nuestras almas.
Al salir del río Dilip me ofreció alojamiento en su casa. Fuimos a pie a donde vivía con su esposa, Dharmin, y sus dos hijos varones, Amrit, de cinco años, y Ashish, de dos. En la cena Dilip me dijo que Amrit antes iba a la escuela, pero que habían tenido que sacarlo.
—La escuela cuesta mucho —explicó—, y algunas veces no consigo suficientes pasajeros.
En Occidente vemos la educación como un derecho, pero en la India les cuesta y mucho a quienes apenas tienen para comer. Yo no había valorado la que recibí. Detestaba la escuela, pero no me concebía sin ella. Fue allí donde me enamoré de los episodios de la historia, donde hice girar mi primer globo terráqueo y vi todos los lugares que esperaba conocer. Y aunque no aprobé química ni álgebra, también aprendí a conocer gente nueva y hacer amigos. Al mirar a los hijos de Dilip, me dolió que ellos no tuvieran la misma oportunidad. El poder de la educación, ya sea la tradicional o la estimulada por la imaginación, puede cambiar de rumbo una vida.
Al ponerse el sol fui con ellos a dar un paseo por la ribera. Dilip llevaba en brazos a Ashish, lanzándolo hacia arriba y colmándolo de afecto. Es este amor, pensé, lo que nos mantiene vivos hasta mucho después de morir. Los hijos prolongan nuestra existencia más allá de la muerte y nos llevan a lo desconocido. Dilip me confió que quería darles a sus hijos una vida mejor que la que él tuvo de niño.
—Yo les enseño —dijo, y entonces se le nublaron los ojos con lágrimas de determinación.
—¿Vos solo? —pregunté.
—Sí, por la noche, cuando vuelvo a casa. Problemas de dinero los hay siempre, en todas partes. ¿Quién no tiene problemas de dinero?

Volvió a sorprenderme que un hombre que nada tenía mostrara una aceptación tan profunda de un mundo que tiene tanto. Había salido del sistema de castas solo para luchar por que sus hijos hicieran lo mismo. Aceptaba la situación al tiempo que luchaba contra ella.
—Porque si soy una persona buena y honrada —añadió—, quizá la vida me premie con ayuda para mi familia.
Le di las gracias por su cobijo, por su bondad, pero sobre todo por enseñarme a aceptar el momento en que estoy. Acaso la aceptación y la lucha no tengan que estar en conflicto. Tal vez yo podía aceptar mi hogar y aun así estar dispuesto a cuestionarlo, a cuestionar mi comodidad y mi felicidad. Quizás al hacerlo no me sentiría satisfecho de mí mismo.
Decidí explicarle a Dilip la otra parte de mi viaje, la de dar algo a cambio de lo recibido.
—Para mí, la educación no es solo aprender cosas en la escuela —dije—. Es aprender sobre la vida, aprender a soñar. Por eso me gustaría, si estás de acuerdo, costear la educación de tus dos hijos hasta que tengan 18 años. A Dilip se le esfumó la sonrisa.
—¿Dieciocho años? —farfulló, y temí que se molestara—. No es algo fácil de asimilar...
Empezó a mecerse de atrás para adelante, sin dejar de mirar el agua.
—Me dijiste que no querés que tus hijos hagan lo que vos hacés —me vi de pronto empeñado en convencerlo—. Dijiste que sos amable porque nunca se sabe lo que puede ocurrir si se tienen atenciones para con los demás. Decís que todos los días procedes bien para que cambie tu vida. Por eso, ahora tus hijos tendrán la oportunidad de llevar una vida de personas con instrucción.
En el rostro se le dibujó lentamente una sonrisa y los ojos se le volvieron a humedecer conforme lo asimilaba todo. Me lanzó una mirada profunda y, riendo, me dijo:
—¿Ayudarás a mis hijos? ¿Te ocuparás de su futuro y su educación? ¡Me alegro mucho! ¡Voy a decírselo a mi esposa! ¡Se alegrará tanto!
Su emoción era contagiosa. Sabía mejor que yo lo que representaba ese regalo, porque no era para una sola persona. Al igual que la energía de aquel poblado, los regalos eran como música que puede ser compartida por muchas personas. Así como Dilip había roto los estereotipos haciéndose barquero, también sus hijos yendo a la escuela. ¿Quién sabía cuántas veces podía esa llama encender otras?
Abracé a Dilip y a sus hijos, y le pedí al niño mayor que me mandara una tarjeta postal cada año contándome cómo le iba en la escuela. Y así es como terminé dando lo único que siempre detesté y que de mala gana agradezco: la escuela.

lunes, 30 de marzo de 2015

domingo, 29 de marzo de 2015

Las locas...





Brindemos por las locas, por las inadaptadas
por las rebeldes, por las alborotadoras,
por las que no encajan
por las que ven las cosas de una manera diferente.
No les gustan las reglas y no respetan el status-quo.
Las puedes citar, no estar de acuerdo con ellas
glorificarlas o vilipendiarlas.
Pero lo que no puedes hacer es ignorarlas.
Porque cambian las cosas.
Empujan adelante la raza humana.
Mientras algunos las vean como locas
nosotras vemos el genio.
Porque las mujeres que se creen tan locas
como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo hacen"
Jack Kerouac ~