martes, 19 de noviembre de 2019

No te rías de un Colla!!!

¡¡ No te rías de un colla !!
"No te rías de un colla que bajó del cerro,
que dejó sus cabras, sus ovejas tiernas, sus habales yertos;
no te rías de un colla, si lo ves callado,
si lo ves zopenco, si lo ves dormido.
No te rías de un colla, si al cruzar la calle
lo ves correteando igual que una llama, igual que un guanaco,
asustao el runa como asno bien chúcaro,
poncho con sombrero, debajo del brazo.
No sobres al colla, si un día de sol
lo ves abrigado con ropa de lana, transpirando entero;
ten presente, amigo, que él vino del cerro, donde hay mucho frío,
donde el viento helado rajeteó sus manos y partió su callo.
No te rías de un colla, si lo ves comiendo
su mote cocido, su carne de avío,
allá, en una plaza, sobre una vereda, o cerca del río;
menos si lo ves coquiando por su Pachamama.
Él bajó del cerro a vender sus cueros,
a vender su lana, a comprar azúcar, a llevar su harina;
y es tan precavido, que trajo su plata,
y hasta su comida, y no te pide nada.
No te rías de un colla que está en la frontera
pa'l lao de La Quiaca o allá en las alturas del Abra del Zenta;
ten presente, amigo, que él será el primero en parar las patas
cuando alguien se atreva a violar la Patria.
No te burles de un colla, que si vas pa'l cerro,
te abrirá las puertas de su triste casa,
tomarás su chicha, te dará su poncho, y junto a sus guaguas,
comerás un tulpo y a cambio de nada.
No te rías de un colla que busca el silencio,
que en medio de lajas cultiva sus habas
y allá, en las alturas, en donde no hay nada,
¡ Así sobrevive con su Pachamama !"
Fortunato Ramos
Costumbres, poemas y regionalismos

domingo, 1 de septiembre de 2019

"Desde mi alma y mi corazón "


La cargué cuando se había lastimado. La cargué cuando estaba emocionada. La cargué cuando estaba cansada. La cargué cuando aún era demasiado pequeña para ver lo que yo podía ver.
Y de pronto un día la bajé y ya no la volví a cargar.
Un día, sin darme cuenta... ella se hizo grande. Demasiado grande para caber en mis brazos. Demasiado grande para colgarse de mis piernas. Demasiado grande para descansar en mi pecho.
Un día la bajé y ya no la volví a cargar.
Un día, sin darme cuenta ella se hizo fuerte. Lo suficientemente fuerte para seguir adelante aunque estuviera cansada; lo suficientemente fuerte para calmar su propio dolor. Lo suficientemente fuerte para enfrentar sus más profundos miedos.
Un día la bajé y ya no la volví a cargar.
Un día sin darme cuenta, ella ya podía ver lo que yo podía ver y más: ella podía ver la belleza del mundo, ella podía ver a aquellos que la sociedad ignora, ello podía ver soluciones donde otros veían problemas.
Un día la bajé y ya no la volví a cargar, sin saber que ese día sería el último.
Más sin embargo, aunque físicamente ya no la cargue siempre estaré ahí para aplacar sus miedos, para ser escuchada cuando lo necesite, para recibir un aplauso por sus logros, para recibir consejo en tiempos de dudas o simplemente para abrazar sin necesidad de palabra alguna.
Pero ya nunca descansará en el borde de mi cadera o se quedará dormida con sus pequeñas piernitas colgando de mí. Ya nunca necesitará mi ayuda para ver por encima de la gente. Ya nunca será pequeña para caber entre mis brazos. Ya nunca levantará sus brazos para que yo la cargue.
UN DIA BAJÉ A MI HIJA Y YA NUNCA LA VOLVI A CARGAR. A disfrutar que el tiempo vuela...

sábado, 22 de junio de 2019

Plef

Felipe Cabral. “Plef ”

Hoy mataron a un artista,
se opacaron los colores,
la música suena extraña.
La bronca anida en mi alma.

Yo ni siquiera sabía
que en esta tierra existías.
Hoy te conocemos todos
y lamentamos tu muerte.

Un cobarde encaramado
en algún lugar oscuro,
con un tiro en tu cabeza
se sintió héroe realizado.

Pero descansà tranquilo,
ese pobre desgraciado
va a pagar por lo que hizo,
pues tu luz no se ha apagado.

Cuando vaya por las calles
vera que solo a logrado
animar a otros artistas
a seguir con tu legado.

Virginia Pollero.

21 de febrero 2019

domingo, 20 de enero de 2019

Universidad de Stanford

NUNCA SUBESTIMES A NADIE!!
Una mujer con un vestido de algodón barato y su esposo vestido con un humilde traje, se bajaron del tren en Boston y caminaron tímidamente (sin tener una cita), a la oficina de la secretaria del Presidente de la Universidad de Harvard. La secretaria adivinó en un momento que esos campesinos venidos de los bosques, no tenían nada que hacer en Harvard.

- Desearíamos ver al presidente, dijo suavemente el hombre.

- El está ocupado, contestó la secretaria.

- Esperaremos, replicó la mujer. Por horas la secretaria los ignoró esperando que la pareja finalmente se desanimara y se fuera, pero ellos no lo hicieron y la secretaria vio aumentar su frustración y finalmente decidió interrumpir al presidente, aunque era una tarea que ella siempre esquivaba.

- Tal vez si usted conversa con ellos por unos minutos se irán, dijo la secretaria al Presidente de la Universidad. El hizo una mueca de desagrado pero aceptó, alguien de su importancia obviamente no tenía el tiempo para ocuparse de gente con vestidos y trajes baratos. Sin embargo el presidente con el ceño áspero, pero con dignidad, se dirigió con paso arrogante hacia la pareja.

La mujer le dijo:
- Tuvimos un hijo que asistió a Harvard por sólo un año, el amaba a Harvard y era feliz aquí, pero hace un año murió en un accidente. Mi esposo y yo deseamos levantar algo en alguna parte del campus que sea en memoria de nuestro hijo.

El presidente no se interesó y dijo:
- Señora, no podemos poner una estatua para cada persona que asista a Harvard y fallezca, si lo hiciéramos, este lugar parecería un cementerio.

- Oh no, explicó la mujer rápidamente:
No deseamos erigir una estatua, pensamos que nos gustaría donar un edificio a Harvard.

El presidente entornó sus ojos, echó una mirada al vestido y al traje barato de la pareja y entonces exclamó:
- ¡Un edificio!, ¿tienen alguna remota idea de cuánto cuesta un edificio?, hemos gastado más de 7.5 millones de dólares en los edificios aquí en Harvard!. Por un momento la mujer quedó en silencio y el presidente estaba feliz porque tal vez se podría deshacer de ellos ahora.

La mujer se volvió a su esposo y dijo suavemente:
- ¿Tan poco cuesta iniciar una Universidad?, ¿por qué no iniciamos la nuestra?. Entonces su esposo aceptó y el rostro del presidente se oscureció en confusión y desconcierto. El sr. Leland Stanford y su esposa se pararon y se fueron, viajando a Palo Alto California, donde establecieron la Universidad que lleva su nombre, la Universidad Stanford, en memoria de un hijo del que Harvard no se interesó.

La Universidad "Leland Stanford Junior" fue inaugurada en 1891, en Palo Alto. "Junior" porque era en honor al fallecido hijo del rico terrateniente. Ése fue su "memorial" y hoy en día la Universidad de Stanford es la número uno del mundo, por arriba de Harvard.

Qué fácil es JUZGAR por apariencias y qué fácil es equivocarse al... JUZGAR por apariencias!!!.