sábado, 21 de noviembre de 2015

EXPERIENCIAS DE UNA MAESTRA RURAL.






Fue en 1975, ese año en el que se nos llamo imprevistamente quince días antes de lo anunciado. Hasta los periódicos mencionaron el apuro, bien real, para preparar los guardapolvos . El apremio no fue solamente con la ropa. Teníamos ya servicio alimentario (ahora Arnaldo, no llorarías de hambre) y era una cuestión de honor para nosotros comenzar con la copa de leche el primer día de clase.

Pero no había panadería en el pueblo, y la galleta llegaría dos días después. Por aquello de “buenas son tortas”, compramos varios kilos de masitas surtidas para salir del apuro.

Pocos minutos antes del recreo, entré en las aulas para ir dejando un puñado de masitas en cada pupitre. Aún en primer grado, los chiquitos continuaron con su tarea. Pero no,. María no.. María, con once hermanos, y un padre más afecto a la bebida que al trabajo, miró esos huevitos azucarados, celestes y blancos, con figuras de animalitos, primero con asombro. De inmediato dejó su lápiz, y avidamente, con las dos manitas, comenzó a llenarse la boca. Mi mirada se cruzó con la de la maestra, y teníamos ambas la misma expresión de piedad. Para decirlo gráficamente “ se nos partió el alma”

Cuando sonó la campana demoramos a María con cualquier pretexto, sólo para poder, sin que vieran los otros chicos, llenarle los bolsillos con masitas.

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Era en 1960. Año de campos anegados, de cosechas perdidas.

Pero Jorge y Luis vivían en una quinta aledaña a la escuela, y, sin embargo, asistía a clase un día cada uno.

- ¿Por qué? – le pregunto a Luis. Ahora no tienen que cuidar a los animales. Así se están atrasando mucho.

Luis bajaba la cabeza y no respondía. Hasta que, al fin, lo venció mi insistencia. : -“ Es que tenemos un solo par de alpargatas, por eso nos turnamos.”

Y he aquí un caso de absentismo que pudo resolverse por el módico precio de otro par de alpargatas.


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                                              Como despidiéndome....

Escuela campesina,
naciste apuntalada en un anhelo,
con paredes de barro,
palo y tierra por techo.
Creciste como chico de los surcos:
con golpes, empujones, y remiendos.
y también como él te hiciste fuerte
para capear las luchas y los tiempos;
algo  pobre por fuera,
siempre rica por dentro,
que la humildad se te volvió bandera
cuando enredó con ella el alfabeto.

Yo pronto he de marcharme
por tus viejos caminos polvorientos.
Ganará la nostalgia
el lugar de los sueños,
y será tu memoria
mi bagaje sin puertos.
Tal vez, alguna tarde, caminando,
  te divise de lejos,
(tus paredes tan mías,
tus problemas tan nuestros)
Me detendré en silencio, acongojada,
                                                               
                                              para escuchar tus ecos:
                                               retazos de canciones,
                                                tímidos deletreos.
                                                 Saltarán las imágenes
                                                                       
como trozos de vida hecha recuerdo,
un revuelo sin fin de guardapolvos
me golpeará en el pecho...
Veré otra vez iluminarse ojos
de comprensión abiertos,
un fondo de banderas que se izan,
pizarrones y juegos,
mis antiguos alumnos,
tu jardín floreciendo...

Quizás , cuando me vaya sin retorno,
campanazos al cielo
me cantarán un coro
de  niños en recreo.
Y en el medio del patio,
girando con el viento,
volará en una hoja
mi destino maestro.
Telma Vaernet

viernes, 20 de noviembre de 2015

HERMOSA HISTORIA QUE VALE LA PENA LEER COMPLETA. MUY MOTIVADORA. LA MAESTRA RIVERO

Su nombre era Sra. Riveros mientras estuvo al frente de su clase de 5º grado, el primer día de clase lo iniciaba diciendo a los niños una mentira. Como la mayor parte de los profesores, ella miraba a sus alumnos les decía que a todos los quería por igual. Pero eso no era posible, porque ahí en la primera fila, desparramado sobre su asiento, estaba un niño llamado: Facundo Moreno.
La Sra. Riveros había observado a Facundo desde el año anterior y había notado que él no jugaba muy bien con otros niños, su ropa estaba muy descuidada y constantemente necesitaba darse un buen baño. Facundo comenzaba a ser un tanto desagradable. Llegó el momento en que la Sra. Riveros disfrutaba al marcar los trabajos de Facundo con una fibra roja haciendo una gran X y colocando un cero muy llamativo en la parte superior de sus tareas.
En la escuela donde la Sra. Riveros enseñaba, le era requerido revisar el historial de cada niño, ella dejó el expediente de Facundo para el final. Cuando ella revisó su expediente, se llevó una gran sorpresa.
La Maestra de primer grado escribió: “Facundo es un niño muy brillante con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de una manera limpia y tiene muy buenos modales... es un placer tenerlo cerca".
Su maestra de segundo grado escribió: “Facundo es un excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se nota preocupado porque su madre tiene una enfermedad incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil".
La maestra de tercer grado escribió: "Su madre ha muerto, ha sido muy duro para él. El trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padre no muestra mucho interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si no se toman ciertas medidas".
Su maestra de cuarto grado escribió: “Facundo se encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y no muestra mucho interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones duerme en clase".
Ahora la Sra. Riveros se había dado cuenta del problema y estaba apenada con ella misma. Ella comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos les llevaron sus regalos del dia del maestro, envueltos con preciosos moños y papel brillante, excepto Facundo. Su regalo estaba mal envuelto con un papel amarillento que él había tomado de una bolsa de papel. A la Sra. Riveros le dio pánico abrir ese regalo en medio de los otros presentes. Algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró un viejo brazalete y un frasco de perfume con solo un cuarto de su contenido. Ella detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete mientras se lo probaba y se colocaba un poco del perfume en su muñeca. Facundo Moreno se quedó ese día al final de la clase el tiempo suficiente para decir: “Sra. Riveros, el día de hoy usted huele como solía oler mi mamá". Después de que el niño se fue ella lloró por lo menos una hora.
Desde ese día, ella dejó de enseñarles a los niños aritmética, a leer y a escribir. En lugar de eso, comenzó a educar a los niños.
La Sra. Riveros puso atención especial en Facundo.
Conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo apoyaba, él respondía más rápido.
Para el final del ciclo escolar, Facundo se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase y a pesar de su mentira de que quería a todos sus alumnos por igual, Facundo se convirtió en uno de los consentidos de la maestra.
Dos años después, ella encontró una nota debajo de su puerta, era de Facundo, diciéndole que ella había sido la mejor maestra que había tenido en toda su vida.
Cinco años después por las mismas fechas, recibió otra nota de Facundo, ahora escribía diciéndole que había terminado el secundario siendo el tercero de su clase y ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida.
Cinco años después, recibió otra carta que decía que a pesar de que en ocasiones las cosas fueron muy duras, se mantuvo en la escuela y pronto se graduaría con los más altos honores. Él le reiteró a la Sra. Riveros que seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida y su favorita.
Cuatro años después recibió otra carta. En esta ocasión le explicaba que después de que concluyó su carrera, decidió viajar un poco. La carta le explicaba que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido y su favorita, pero ahora su nombre se había alargado un poco, la carta estaba firmada por Dr. Facundo Moreno
La historia no termina aquí, existe una carta más que leer, Facundo ahora decía que había conocido a una chica con la cual iba a casarse. Explicaba que su padre había muerto hacía un par de años y le preguntaba a la Sra. Riveros si le gustaría ocupar en su boda el lugar que usualmente es reservado para la madre del novio, por supuesto la vieja maestra aceptó y adivinen...
Ella llegó usando el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Facundo recordaba que usó su madre la última Navidad que pasaron juntos.
Se dieron un gran abrazo y el Dr. Moreno le susurró al oído, "Gracias Maestra, por creer en mí. Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer la diferencia".
La Sra. Riveros con lágrimas en los ojos, tomó aire y dijo, “Facundo, te equivocas, tú fuiste el que me enseñó a mí que yo puedo hacer la diferencia.
"No sabía cómo educar hasta que te conocí".
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(Autor Desconocido) Comparte si piensas que la historia puede ser de utilidad para hacer de este mundo un lugar más humano y sensible al dolor y los problemas de los demás.

lunes, 16 de noviembre de 2015

INDIGNANTE!!!

Para los defensores del ojo por ojo respecto a Francia. Esto lleva ocurriendo en Siria desde hace tiempo y nadie dice nada. Por supuesto, no ponen banderas de solidaridad en Facebook.
0:49/0:49
Niños muertos por las bombas de cloro en Siria.
Esto tiene que terminar, no podemos continuar ignorando el infernal destino que han tenido miles de niños asesinados, 20.000 personas siguen desparecidas la mayoría niños entre 3 y 12 años.
Las tropas Americanas y Europeas deben dejar Siria.

Cuanta hipocresía!!!



Cuanta hipocresía en la humanidad!!!, pareciera que la sangre de los países anglosajones es mas valiosa que la de los palestinos, africanos, hispano americanos, asiáticos, etc. Siento verguenza ajena al ver tanta falsedad y mojigatería defendiendo lo indefendible.
En mi humilde opinión solo existe la sangre roja, somos todos iguales, sin importar donde nos toco nacer, si nacimos pobres, de la clase media o en la realeza, respeto a todos por lo que son, no por lo que tienen.
Lamento de la misma manera las vidas inocentes perdidas en Francia, Siria, Irak, EEUU o cualquier otra parte del mundo.
Si seguimos discriminando según a quien sea que le toque pasar por un acto de crueldad, nunca, jamás podremos esperar que exista la paz en la tierra.