Mi vida no a sido fácil, de todo lo bueno y lo malo que me toco vivir he aprendido tanto que si volviera atrás perdería retazos de esa sabiduría que solo se aprende aventurándose a descubrir hasta donde somos capaces de llegar.
Me atreví a subir la escarpada montaña de la existencia sin saber si al llegar a la cima iba a ver un maravilloso paisaje o un tenebroso desierto sin ningún oasis a la vista,
Resultó que no encontré ni una cosa ni la otra, lo que halle fue un lugar donde podría insertarme y luchar por mejorar mi futuro y así lo hice junto a mi esposo con el cual hace cuarenta y cinco años
que llevo casada.
Hoy ya en el cenit, el ocaso, la recta final o como quieran llamarle de la vida y mirando el recorrido que elegí tomar en mis años de juventud, les digo, valió la pena mover piedras, vadear ríos, hacerle frente a las tormentas con obstinación sin dejarme vencer en el intento.
No solo encontré obstáculos, también encontré la generosidad de personas desconocidas que me tendieron una mano, hermosos remansos y puentes que me permitieron correr y recuperar el tiempo que había perdido antes y así llegar un poquito mas rápido hacia mis objetivos.
Ahora vivo en paz, orgullosa del "pedacito de cielo" que tengo en la tierra, orgullosa de haberlo logrado con sacrificio, orgullosa de vivir dignamente en un ranchito que es mio, pequeño y cálido, pero mi mayor orgullo es mi familia, la que con mucho, mucho amor y buenos ejemplos logramos construir.
Con todos estos ingredientes creo haber encontrado la receta perfecta para llegar a tener una vejez feliz.
Virginia Pollero
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